Cada vez que despierto a tu lado
miro tu sonrisa, tu mirada,
aquella en que cierto día me dedicaste,
y como si el cielo se alzase,
empecé poco a poco a enamorarme.
Fueron tus manos que acariciaban mi pelo,
aquellas diosas que estremecían mi piel,
cuan visión perfecta cegaban mis ojos,
y entremezclaban su olor a jazmin y miel.
Y cuando no se esperaba más de él,
me dijo con poderosas palabras,
que no habia nadie que me amara
tanto cómo me quería él a mí.
Yo, sin pensarmelo dos veces,
le dí mi cariño y amor,
aunque eso fuese arriesgarme a perderme
si en un futuro me rechazase.
Pero, ¿Qué quieres que haga?
Si no he querido a nadie tanto como lo amo yo a él.
Si sus susurros van directos a mi pensamiento.
Si sus palabras de amor me derriten el corazón.
Y si quiero estar siempre felíz.
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