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jueves, 27 de enero de 2011

Amor adolescente.

El día era oscuro. Hacía mucho tiempo que sospesaba la idea de mudarme de mi ciudad.
Todos los días era lo mismo, la misma rutina día tras día, como si la gente no se enterase de sus vidas miserables, de tener que soportar las mismas presiones, los mismos paseos por los pobres senderos, que estaban áridos, como si se hubiese muerto la tierra.
Odiaba en sí la gente que lo habitaba. No tenían la culpa, simplemente no me adaptaba a su sociedad, iba a mi bola sín molestar a los demás, como siempre, pasando desapercibida en un mundo de consumismo, de cosas materiales, de egoísmo hasta límites enfermízos.
Como todas los jóvenes iba a estudiar al instituto, aunque técnicamente calentaba la silla mirando al frente, pero con el cerebro en off.
Dibujando alguna que otra chorrada, que irónicamente me resultaba más interesante de lo que el profesor pudiese decir, por ejemplo, del Lazarillo de Tormes.
Todos los alumnos se regían por una espécie de estamento. Los que estudiaban solían ser los cerebritos, o  frikis, etc. Para mí resultaban más interesantes que los demás. En cabeza estaban los populares, dícese de aquella gentuza que, como han tenido buena situación familiar y económica, se creen los mejores. Que solamente piensan en ligarse a aquella/el chica/o que se situa en el mismo rango. Luego estaban los inadaptados sociales, aquellos con problemas mentales, o de físico, o con introversión causado por su situación. En esta me situaba.
Tenía dos amigas y cinco amigos con los que hacía pellas cuando la clase era insoportable. Solía relacionarme más con los hombres, la verdad es que me sentia más agusto y sus comversaciones me resultaban más interesantes. Luego direis, ¿ No tienes dos amigas? .Si, dos amigas con la que, tecnicamente, son hombres de pensamiento. Aquellas chicas que no se parecen a una mujer casi ni por el físico. No eran explosivas,  ni femeninas, ni nada. Eran varoniles, se pegaban con los chicos y a la mayoria los repudiaban.
Sin embargo, habia un chico con el que deseaba tocar sus labios, acariciar su piel, darlo todo... Pero era algo imposible.
Él era difícil de catalogar. Tenia todo lo que se le antojase, mucha popularidad y todo lo que conlleva, pero era humilde.
Ayudaba a los demás, era un galán con las chicas y estudioso.
No coincidiamos en las clases, ya que cursaba 2º de bachiller, yo aún estaba en 4, pero no pasaba nada, ya que igualmente a sus ojos era una simple y poco agraciada chica.
Os describo mi físico:
Era de estatura normal, ojos verdes oscuros, pelo castaño oscuro, de complexión fuerte, como dirían los especialistas. Para mí es gordita, poco pecho y nulo culo.
Era una chica del montón tirando a nada.
Tenía suerte de que no se me burlasen, la verdad, pasaba desapercibida.
Cierto día tuve la suerte de coincidir con él, era como un milagro obrado por la naturaleza. Iba con prisas y, sin querer, le cayó un bolígrafo. Yo, más rápida que un rayo lo agarré casi como en el aire y, gritándole un poco porque me costaba proferir cierta voz tranquilizadora por la gran efusión que sentia, le dije:
- Perdona chico, se te ha caido esto. Y se lo devolví lo más amable que podía llegar a ser.
Él, con una sonrisa provocadora me dió las grácias y me preguntó como me llamaba. Con timidez le contesté Leyre, y le pregunté su nombre, Carlos era su nombre.
Y se despidió con un beso en la mejilla y con un ya nos volveremos a ver.

2 comentarios:

LoyKaPV dijo...

Basat en fets reals?

Betty dijo...

En algunes coses pot ser... No feia cas als professors i passava de la gent. També em relaciones més amb els xics... Pero lo demés no... xD